Hace tiempo que quería empezar esta serie sobre la perversión del lenguaje. Estamos viviendo una época en la que el significado de las palabras se tergiversa y se tuerce a la conveniencia de unos pocos generadores de opinión. En España, la batalla ideológica de las ideas la ha ganado la izquierda, de forma que cualquier versión que ofrezca a la sociedad sobre cualquier término, ante el abandono y rendición de la derecha, pasa a formar parte del concepto que maneja la sociedad.

La creciente falta de lectura, la formación tendenciosa del los últimos 40 años, la sustitución del estudio por las consignas que recibimos desde los medios de comunicación, principalmente la TV, contribuyen a permitir esta perversión semántica de muchos conceptos: democracia, tolerancia, progreso y progresista, matrimonio, familia, género, libertad, igualdad, derechos humanos, dignidad…

No soy ningún erudito, ni estudioso del lenguaje, ni experto humanista, aún así, en la osadía de esta sociedad que da voz a cualquier persona utilizando medios electrónicos, redes sociales… sin aportar la sabiduría correspondiente a su opinión, me atrevo a comentar algunas palabras muy manoseadas y tergiversadas respecto a su verdadero significado. Espero que este sea el primer acercamiento a muchos otros términos que iré comentando.

  • Término: Democracia: Doctrina política según la cual la soberanía reside en el pueblo, que ejerce el poder directamente o por medio de representantes

Esta tercera acepción de la RAE recoge el aspecto que quiero comentar sobre esta palabra. La soberanía reside en el pueblo y efectivamente lo demostramos en las urnas depositando nuestro voto. En otra ocasión tendré la oportunidad de comentar los aspectos de separación de poderes, pero quiero centrarme en la perversión que protagonizan los representantes elegidos por el pueblo al reinterpretar a su medida la intencionalidad del voto. Este ejercicio lo consuman todos por igual según sus intereses y resultados y es esta utilización del voto lo que me enerva. La democracia es un sistema de gobierno político que debe respetar los resultados según el voto ejercido por los ciudadanos, sin interpretaciones. el que gana es el que debe gobernar y los que pierden deben estar en la oposición.

Los programas deben ser el contrato establecido con el pueblo y guía de gobierno y legislación. Es evidente que cuando no hay una mayoría de un solo partido se deben llegar a acuerdos, pero sabiendo y aceptando la posición en la que las urnas te han colocado. Si los resultados, como lo estamos viviendo en España en la actualidad, salen muy repartidos, es deber de los políticos encontrar los cauces de acuerdo. Pero no me valen alianzas de perdedores porque van contra las mayorías que establecen los votantes y sustrato del sistema político.

Como decía en la introducción, la izquierda española -perdedora de los últimos tiempos- ha decidido imponer como verdad manifiesta que las mayorías no deben gobernar, que son los pactos postelectorales que constituyen mayorías los que deben mandar. Además, se puede pactar con cualquiera al margen de sus ideas y programas siempre que sumen para gobernar. Y para qué puñetas nos quieren a los ciudadanos, sino para utilizarnos a su conveniencia.

Pues esta es la idea que ya definitivamente -hasta que a las izquierdas les favorezca lo contrario- manejan todos los grupos políticos, excepto el que gana -que por supuesto, si pudiera, haría lo mismo-:

La democracia es la capacidad de formar gobiernos y formar mayorías

Lo que digo es que esta afirmación se debe cumplir con la premisa de respeto al resultado de las urnas y no violar la voluntad del pueblo soberano con trampas postelectorales.

  • Término: Progresar: Avanzar, mejorar, hacer adelantos en determinada materia

Progresar, progresista… palabras secuestradas por la izquierda radical que se arrogan esta cualidad por el simple hecho de ser ellos. Si no eres progresista no quieres la mejora de España, pero además tienes que ser de izquierdas. Aquí se crea una confusión en la que parece que el único camino de mejora es ser ‘progresista’ y por oposición si eres ‘conservador’ quieres quedarte con los bienes de los demás para tu beneficio. La verdad es que el término viene asociado desde el siglo XIX a una facción del partido liberal y francamente la izquierda actual española de liberal no tiene nada, sino que pretende lo contrario: el intervencionismo y la presencia eterna de lo público en el campo de lo privado.

Por otro lado mejorar las condiciones de vida y desarrollo de una sociedad están aliadas con una mezcla de conservadurismo y medidas impulsoras de liberalización y flexibilización del marco económico valientes. Conservar y potenciar el control de poderes, independencia de jueces, adelgazamiento de la administración, fomento de la cultura y la educación, ruptura de barreras económicas de los más desfavorecidos y libertad de prensa. No son precisamente estos valores los que mantienen que son propietarios del concepto de progresista.

  • Término: Tolerancia: Respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias.

Esta es una de las palabras más manipuladas y prostituidas por la clase política y las caras mediáticas que nos han inundado en los últimos años. Es verdad que ya no está tan de moda porque ya han conseguido que entendamos que tolerancia significa que todo vale, que todo es relativo, que no hay verdades objetivas y que todo es discutible. Además si no eres tolerante, en este sentido de admitir cualquier tontería que se le ocurre al tertuliano de turno, eres franquista, un deshecho de la sociedad o un paria que no tiene derecho a la opinión y ni siquiera a la vida. Un mono tiene más predicamento que tú. Es decir, que la izquierda determina que la tolerancia es decir lo que la izquierda opina y si no es así entonces no eres tolerante. Claramente es una contradicción en la definición del término.

El peligro de esta tergiversación es precisamente que si engolas la voz y vistes el traje de la respetabilidad televisiva, cualquier idea que escupas es respetable. No cuenta tu experiencia, tu preparación o tus logros reconocidos, sino que basta con ser político, periodista o activista con carnet de izquierdas para que tu opinión sea norma. Esto no es respeto, es necedad y como decía Chesterton respecto a la Iglesia,La iglesia nos pide que al entrar en ella nos quitemos el sombrero, no la cabeza, nos lo tendríamos que aplicar al escuchar opiniones diversas en tertulias televisivas y radiofónicas -la nueva univeridad española-.

Tolerancia es respeto sobre todo a las personas, que no debemos menospreciar por sus ideas, sin olvidar principios, argumentos y verdades como contrapunto a cualquier ocurrencia del famosillo de turno. Estar preparado, aportar datos y razonar con inteligencia y verdad son las herramientas del progreso.

Última modificación: 05/07/2019

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